Botones y artesanías se elaboran con el “marfil vegetal”, que solventa la economía de varias familias.
La dificultad para llegar hasta el sector de La Chorrera, en la parroquia San Plácido, provincia de Manabí, no es impedimento para que Manuel Bazurto venda sus sacos con tagua pelada a uno de los tantos compradores que pasan a diario por su comunidad.Al observar junto con su familia –en un día poco soleado- cómo pesaban y embarcaban los diez sacos del producto recolectado hace 6 días, Bazurto comentó que lo vendido –que eran cerca de 100 dólares- serviría para ir a San Plácido “y comprar los alimentos necesarios para pasar la semana”.
De 10 a 30 sacos semanales obtiene Bazurto de su terreno de 6 hectáreas, que le permite obtener un ingreso adicional cuando sus cultivos de café, naranja, plátano, entre otros, se encuentran en proceso productivo.
“De esto es que vivimos nosotros, aunque la paga no es tan buena como años atrás, es nuestro sustento económico, que alternamos con los cultivos que tenemos. Nos ayuda a vivir tranquilos”, manifestó.
Él junto con 500 familias en Portoviejo se dedican a la recolección y comercialización de la tagua, también conocida como corozo, mococha o marfil vegetal, que desde el siglo pasado, complementa la economía de decenas de comunidades del país.
Entre 7 y -en pocos casos- 9 dólares venden actualmente cada productor el saco de tagua pelada, la cual se utiliza para elaborar artesanías y animelas (discos). Esta última tiene mayor demanda en los mercados de China e Italia para la elaboración de botones.
Sin embargo, hay productores que sostienen que la actual situación comercial de la tagua no es rentable como años atrás, especialmente, por el precio que se paga por el quintal y por los pocos compradores e industrias que requieren del “corozo”.
Silvio Guzmán, productor y comercializador de tagua pelada, indicó que su producción ha bajado considerablemente en los últimos años, debido a que actualmente existe poca demanda del producto.
“Por ejemplo, yo entregaba 600 quintales por semana, ahora solo 120 ó 150, pero cada mes y medio”, afirmó Guzmán al tiempo de acotar que tiene en Portoviejo más de 160 sacos desde febrero, los cuales no los ha vendido porque ofrecen un bajo precio.
“Uno le compra al productor a 7,50 dólares el saco de tagua, pero en Manta nos pagan 9, pero fiado hasta dos meses o más. Después de ese tiempo recién nos dan la plata”, dijo.
Por tal razón, se espera que con la creación de la Asociación o Federación Nacional de Productores de Tagua se regularice el mercado interno, a fin de lograr el aumento de la demanda y precio del producto, enfatizó Willian Martillo, productor manabita.
Otro sector que también siente los efectos de la poca demanda del “marfil vegetal” es el artesanal. Según Carlos Román, presidente de la Asociación de Artesanías de Tropitagua de la comuna Sosote, del cantón Rocafuerte, la actividad comercial ha bajado en un 60% en el primer trimestre de este año, con relación al mismo periodo de 2008.
“Hay otro punto crítico, que es la sobreoferta, porque la gente sigue produciendo artesanías sin control y eso hace que los precios se vayan de picada”, explicó Román.
La asociación agrupa alrededor de 18 talleres, los cuales dan trabajo de 6 a 15 empleados.
Mientras tanto, los exportadores de tagua son cautos y afirmaron que la situación no ha cambiado en lo absoluto, tanto así que desmienten los comentarios de algunos productores que indican que la comercialización del producto afecta la venta interna.
Ramón Navarro, exportador de tagua pelada y animelas, enfatizó que de las 15.000 toneladas de tagua que produce el país, alrededor de 200 toneladas se venden en el exterior anualmente.
“Lo que dicen los productores no es así, porque lo que se exporta de tagua pelada no representa más del 2%, de lo que se produce”, manifestó.
Según datos del Servicio de Información y Censo Agropecuario (Sica), aproximadamente 35.000 personas se benefician con esta actividad, distribuidas entre las provincias de Manabí, Esmeraldas y parte de la Sierra.
Por esta razón, técnicos del Ministerio de Agricultura y del Consejo Nacional de la Tagua efectuarán, en las próximas semanas un muestreo para determinar la cantidad que existe del “marfil vegetal” en el país, así como el número real de productores que hay.