jueves, 9 de abril de 2009

La tagua diversifica al agro


Botones y artesanías se elaboran con el “marfil vegetal”, que solventa la economía de varias familias.

La dificultad para llegar hasta el sector de La Chorrera, en la parroquia San Plácido, provincia de Manabí, no es impedimento para que Manuel Bazurto venda sus sacos con tagua pelada a uno de los tantos compradores que pasan a diario por su comunidad.

Al observar junto con su familia –en un día poco soleado- cómo pesaban y embarcaban los diez sacos del producto recolectado hace 6 días, Bazurto comentó que lo vendido –que eran cerca de 100 dólares- serviría para ir a San Plácido “y comprar los alimentos necesarios para pasar la semana”.

De 10 a 30 sacos semanales obtiene Bazurto de su terreno de 6 hectáreas, que le permite obtener un ingreso adicional cuando sus cultivos de café, naranja, plátano, entre otros, se encuentran en proceso productivo.

“De esto es que vivimos nosotros, aunque la paga no es tan buena como años atrás, es nuestro sustento económico, que alternamos con los cultivos que tenemos. Nos ayuda a vivir tranquilos”, manifestó.

Él junto con 500 familias en Portoviejo se dedican a la recolección y comercialización de la tagua, también conocida como corozo, mococha o marfil vegetal, que desde el siglo pasado, complementa la economía de decenas de comunidades del país.

Entre 7 y -en pocos casos- 9 dólares venden actualmente cada productor el saco de tagua pelada, la cual se utiliza para elaborar artesanías y animelas (discos). Esta última tiene mayor demanda en los mercados de China e Italia para la elaboración de botones.

Sin embargo, hay productores que sostienen que la actual situación comercial de la tagua no es rentable como años atrás, especialmente, por el precio que se paga por el quintal y por los pocos compradores e industrias que requieren del “corozo”.

Silvio Guzmán, productor y comercializador de tagua pelada, indicó que su producción ha bajado considerablemente en los últimos años, debido a que actualmente existe poca demanda del producto.

“Por ejemplo, yo entregaba 600 quintales por semana, ahora solo 120 ó 150, pero cada mes y medio”, afirmó Guzmán al tiempo de acotar que tiene en Portoviejo más de 160 sacos desde febrero, los cuales no los ha vendido porque ofrecen un bajo precio.

“Uno le compra al productor a 7,50 dólares el saco de tagua, pero en Manta nos pagan 9, pero fiado hasta dos meses o más. Después de ese tiempo recién nos dan la plata”, dijo.

Por tal razón, se espera que con la creación de la Asociación o Federación Nacional de Productores de Tagua se regularice el mercado interno, a fin de lograr el aumento de la demanda y precio del producto, enfatizó Willian Martillo, productor manabita.

Otro sector que también siente los efectos de la poca demanda del “marfil vegetal” es el artesanal. Según Carlos Román, presidente de la Asociación de Artesanías de Tropitagua de la comuna Sosote, del cantón Rocafuerte, la actividad comercial ha bajado en un 60% en el primer trimestre de este año, con relación al mismo periodo de 2008.

“Hay otro punto crítico, que es la sobreoferta, porque la gente sigue produciendo artesanías sin control y eso hace que los precios se vayan de picada”, explicó Román.

La asociación agrupa alrededor de 18 talleres, los cuales dan trabajo de 6 a 15 empleados.

Mientras tanto, los exportadores de tagua son cautos y afirmaron que la situación no ha cambiado en lo absoluto, tanto así que desmienten los comentarios de algunos productores que indican que la comercialización del producto afecta la venta interna.

Ramón Navarro, exportador de tagua pelada y animelas, enfatizó que de las 15.000 toneladas de tagua que produce el país, alrededor de 200 toneladas se venden en el exterior anualmente.

“Lo que dicen los productores no es así, porque lo que se exporta de tagua pelada no representa más del 2%, de lo que se produce”, manifestó.

Según datos del Servicio de Información y Censo Agropecuario (Sica), aproximadamente 35.000 personas se benefician con esta actividad, distribuidas entre las provincias de Manabí, Esmeraldas y parte de la Sierra.

Por esta razón, técnicos del Ministerio de Agricultura y del Consejo Nacional de la Tagua efectuarán, en las próximas semanas un muestreo para determinar la cantidad que existe del “marfil vegetal” en el país, así como el número real de productores que hay.

jueves, 2 de abril de 2009

Jóvenes talentos del mundo del diseño se han sumado a la tendencia actual eco-amigable


La conciencia ecológica en el mundo de la moda también ha llegado a nuestro país y una serie de jóvenes diseñadoras se han sumado a esta tendencia mundial que cada día logra llamar más la atención.
Tal es el caso de Maytée Zachrisson y Vicky Algandona que han creado la línea de accesorios eco-amigable “Be Green Be Cool”.
Esta línea de accesorios, basada en el reciclaje, surge con la idea de llevar un mensaje de conservación de nuestro medio ambiente.
El proyecto se inicia en el 2008 con la idea original de crear accesorios para uso personal de sus creadoras, pero al ver que sus amistades comenzaron a hacerles pedidos decidieron ponerlos a la venta en Diablo Rosso, Boa Surf House y La Casona.
Entre las líneas que ofrece “Be Green Be Cool” podemos encontrar las originales “Chapas” que consisten en pulseras hechas con tapitas de cervezas y sodas y las “Button Handbags”, carteras de material de yute con botones reciclados.
Las “Billboard Messenger Bag”, son parte de los nuevos productos que este año “Be Green Be Cool” estará introduciendo al mercado. Las bolsas mensajeras, son bolsos sport, ideales para llevar libretas, portafolios y artículos personales, confeccionadas de banners publicitarios o banners de propaganda.
Otro joven talento en el mundo del diseño ecológico es Annie Chajin. Su línea de accesorios lleva por nombre “Change the World”.
La misma está integrada por collares, aretes y pulseras elaborados de materiales naturales como tagua, concha y coco. La colección está inspirada en nuestra madre tierra. Además consta de carteras elaboradas de telas orgánicas y materiales reciclados.

martes, 31 de marzo de 2009

La tagua se enfrenta a la crisis global


Las exportaciones de artesanías del marfil vegetal hacia los Estados Unidos han sufrido grandes disminuciones. Los comerciantes están preocupados

Carlos Román está desanimado. La crisis económica mundial le ha quitado muchos clientes a los cuales vendía sus artesanías de tagua.

Instalado en un puesto de ventas en la Fiesta de la Cosecha, realizada recientemente en su natal Puerto Loor, del cantón manabita Rocafuerte, Román mostraba a los presentes todas sus creaciones elaboradas en tagua. "Este pequeño elefante tiene un costo de $1, es uno de los más apetecidos por los clientes", indicó.

El artesano afirmó que, debido a los efectos de la crisis, sus ventas a los Estados Unidos, su principal comprador, han bajado hasta en un 60%. "Por eso hoy intentamos colocar nuestras artesanías en Europa", explicó.

Según cifras ofrecidas por los artesanos manabitas, cada mes colocaban hasta $25 mil en artesanías de tagua en los mercados estadounidenses. Hoy la crisis ha restado sus ventas hasta disminuir a los $4 000, por mes. "Espero que las exportaciones no decaigan más. Confiamos en las medidas económicas aplicadas por el Gobierno de los EEUU", aseguró el comerciante.

De su lado, Fabricio Solórzano, otro exportador de artesanías de marfil vegetal, se mostró menos pesimista que Román. "Creo que en los EEUU nos van a volver a comprar el mismo volumen que antes", recalcó.

Un producto renovable

Las artesanías de tagua ecuatorianas se expenden en tiendas de Nueva York, Washington, Miami, Chicago, Tampa y Baltimore. "Las figuras más apetecidas son las de la fauna de Galápagos", manifestó Solórzano. También se confeccionan llaveros, vinchas, aretes, pulseras y fichas de ajedrez. Los precios de los productos están entre $1 y $300. En el Ecuador existen 200 artesanos dedicados a la elaboración de artesanías de la tagua. Manta, Montecristi y Sosote, ubicados en la provincia de Manabí, son los mayores productores.

La tagua es conocida también como marfil vegetal y es el fruto seco de una especie de palma, de 5 a 6 metros de altura, que crece en los bosques tropicales al norte de Sudamérica.

Fue uno de los primeros productos agrícolas ecuatorianos de exportación. La comercialización se inició con un cargamento a Alemania, donde se descubrió el uso de este insumo para la elaboración de botones. Con el tiempo se encontraron otras aplicaciones como la elaboración de artesanías.

Las principales zonas de cultivo de los árboles de tagua en el Ecuador se encuentran en Manabí y Esmeraldas. Este producto vegetal es completamente renovable y ecológico. Sus residuos sirven, inclusive, como ingredientes para alimentos balanceados. (AM)

jueves, 26 de marzo de 2009

Inicia fortalecimiento del sector tagüero


En 60 días se tendrá información detallada sobre la tagua en Manabí. Esta documentación será elaborada por una comisión técnica conformada ayer, durante la primera reunión del Consejo Consultivo del producto.Para lograr el objetivo, el comité deberá realizar censos en toda la provincia. Gunther Andrade, subsecretario de Agropecuaria, dijo que la información recabada permitirá conocer la realidad de la tagua y ayudará a elaborar un plan para desarrollar toda la cadena de producción. Se estima que la producción de tagua ha decaído de forma notable, esto se mide por el cierre de la mayoría de fábricas de la provincia que se dedicaban a la elaboración de animelas y botones.William Mantilla, productor, considera que el motivo es la falta de control por parte del Estado ecuatoriano. Señala que en los últimos seis años todos especulan con los precios de la tagua, lo cual provocó que se reduzca de forma abrupta el número de hectáreas cultivadas.
Esto se debe a la tala masiva del árbol por parte de sus productores, quienes tomaron esa decisión para no seguir perdiendo dinero. “Muchos consideraron que sus tierras serían más productivas sin estos árboles, porque así tendrían más espacios para sembrar maíz, maní o café, que son productos de mayor venta”.Mantilla considera que la incorporación del Ejecutivo es vital para salvar al sector tagüero, el cual está por desaparecer. “Para sacar un quintal de tagua, cuyo precio referencial es de siete dólares, invierto más de ocho dólares, esto es un claro ejemplo de lo que significa trabajar a pérdida”.Esta situación también preocupa a los exportadores. Gerardo Jairala, presidente de la asociación nacional, dijo que se deben implementar estrategias para terminar con la especulación, de lo contrario serán sólo unos cuantos los que se beneficien. “Hay muchas personas que se dedican a la comercialización de la tagua, sólo porque les conviene; es importante y urgente terminar con esa situación”.Corpei busca exportadores° El día 15 del presente mes, se cierra el plazo para quienes deseen convertirse en exportadores de tagua. El programa es organizado por la Corporación de Promoción de Exportaciones e Inversiones (Corpei), la cual se encargará de capacitar a los seleccionados y abrirles mercado en países de Europa y Asia. Quienes estén interesados deben informarse en las oficinas de la entidad en Manta.DetallesLa tagua° La comisión encargada de recabar la información, está conformadas por tres representantes del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap), un presentante del Ministerio de Industrias y Competitividad, un representante de los productores, otro de los exportadores y uno de los artesanos.° El Consejo Consultivo se reunió por primera vez ayer, después de tres años de haberse creado mediante acuerdo ministerial. El objetivo de este organismo es buscar el desarrollo sostenido de dicho sector productivo, mediante reuniones trimestrales y mesas de concertación.

miércoles, 25 de marzo de 2009

De niña mimada a empresaria... para muestra, un botón: Antonella Zanchi


Desde niña, Antonella Zanchi sintió un inmenso amor por la tagua. Su relación con la Phitelephas aequatorialis, nombre botánico de esta palma, comenzó gracias a Giovanni Zanchi, su abuelo italiano, quien llegó a Manta en 1936 para investigar las bondades de la tagua y su potencial comercial. Él nunca volvió a su país natal, sino que se dedicó a la industrialización de la tagua y montó una fábrica de botones de este material, cuyo nombre es Herederos de Giovanni Zanchi y aún existe en Tarqui, a pocos minutos de Manta.
Su hijo Ángelo tomó la posta en el negocio y ha sido su nieta Antonella -hija de Ángelo- quien ha seguido esta tradición con resultados favorables. Actualmente, ella está al frente de AZ Designs, una empresa de diseño de botones y joyas de tagua que factura USD 30 000 mensuales. Antonella Zanchi es, según sus allegados, una mujer hiperactiva y estricta, “más bien perfeccionista”, dicen sus hijas Susana y Pamela Delgado Zanchi. De hecho, parece que su fuerza de carácter fue uno de los ingredientes para el éxito del que hoy disfruta. A pesar de que durante su infancia fue sobreprotegida por su familia a causa del asma que padecía, con el tiempo Zanchi demostró a ellos y al mundo que tiene toda la capacidad de luchar. Siguiendo la tradición de su época, esta mujer, que cuenta con orgullo que en pocos meses cumplirá 50 años, se casó antes de los 20. Desde entonces, su vida transcurrió entre el cuidado de sus tres hijas -Verónica María, Susana y Pamela-, su trabajo en la agencia cambiaria de su padre y su pequeña fábrica de figuras de tagua. Pero un día su existencia dio un giro inesperado y decidió comenzar una nueva vida con sus hijas. Cambió su domicilio de Manta a Quito y empezó a trabajar como ejecutiva en la cambiaria Casa Paz. “Nuestra mamá es un ejemplo”, dice Susana, su segunda hija. “Ella nos mantuvo sin ayuda y nos sacó adelante”.A pesar de que nunca se desvinculó totalmente de la tagua -aunque cerró su fábrica de figuras de este material, en Manta-, ella sentía lo que ella misma define como “el llamado de la tagua y su energía”. Así que empezó a comercializar, en Quito, los botones de tagua que se producían en la fábrica de su padre. Al principio, el negocio marchaba lentamente y no faltaban motivos para el desánimo. “Yo llevaba los botones en una cajita, de negocio en negocio. Con paciencia explicaba a los clientes las bondades de este material: que es ecológico, resistente, noble... que le agregaría un gran valor a las prendas”. Muchas veces le cerraban la puerta en la cara y simplemente optaban por los botones sintéticos. Fiel a su temperamento, no desmayó en su empeño por sacar adelante el negocio y en 1996 alquiló un pequeño local ubicado al costado del Centro Comercial El Bosque, en el noroccidente de Quito. “Pagaba 700 000 sucres de arriendo (alrededor de USD 250 al cambio de la época) con los ahorros”, recuerda. En aquel tiempo apenas vendía 50 sucres diarios en botones”. En ese tiempo, llegó a su local Juan Carlos Aguilar, un chico de 18 años, con aspecto de roquero, en busca de trabajo. Antonella Zanchi decidió contratarlo como su ayudante. “La señora Antonella iba con una caja de botones y yo con otra”, recuerda Aguilar. Actualmente, él usa corbata, dejó el cabello largo, escucha música romántica -la favorita de Zanchi- y es su mano derecha en la empresa. Con las dos cajas de botones a cuestas, llegaron a Industrias Pinto, empresa que desde entonces figura en la lista de clientes a los que AZ provee de estos accesorios. Robinson Miño, ejecutivo del departamento de compras de Pinto, explica que su empresa los escogió como proveedores hace más de 10 años, porque los botones que ofrecen son 100% de tagua. “Sabemos que hay garantía y que cualquier problema lo resuelven rápidamente”. Miño hace alusión a una dificultad que hace algunos años tuvieron con el tinte de los botones, pero Zanchi supo solucionarlo y conservó el cliente.
Con el tiempo, el negocio de los botones empezó a quedarle chico a Antonella Zanchi y se lanzó al campo del diseño de joyas. “Lo aprendí como casi todo lo que sé: en la escuela de la vida”, dice entre risas y suspiros. Empezó a combinar colores, formas, tamaños... a crear collares, aretes, pulseras y otros accesorios que armaba junto a sus hijas con apliques de plata, joyas semipreciosas, cristales de swarovski. También vende las cuentas por separado y da cursos de bisutería. Con el tiempo, lo que al principio se llamaba Tagua, boutique del botón y, más tarde, Tagua Zanchi, se convirtió en Antonella Zanchi o AZ Designs of nature. Fue recientemente convertida en empresa y con ambiciones de franquiciar “en todo el mundo”, según su creadora, pues ya exporta USD 4 000 mensuales a Europa. Otros usuarios de los diseños de AZ son las presentadoras Ana María Serrano, Janeth Hinostroza, Marisa Sánchez, la ex Miss Mundo Ecuador 2006, Rebeca Flores -su ajuar incluía varios diseños de AZ en Miss Mundo 2006-, el diseñador Fabrizio Célleri, entre otros. Célleri recuerda con cariño la ocasión en que compartió con Antonella Zanchi en el Fashion Week 2005, realizado en Guayaquil. “En esa ocasión usé accesorios de tagua de Antonella Zanchi para mis prendas de mezclilla. Es una mujer con un gusto exquisito”, opina el modisto. Zanchi también tiene, durante el año, la visita de diseñadores alemanes y de la Escuela de Joyería de Florencia, Italia. El trabajo ocupa gran parte de su tiempo, pues atiende su local de lunes a sábado. “Desde las cuatro de la mañana está dando vueltas por la casa”, dicen sus hijas. “Es que cuando despierto tengo frescos en mi mente los diseños con los que soñé y debo dibujarlos”, se excusa Zanchi. Pero eso sí, el domingo es el día en que se dedica a atender a su familia. “Cocino las recetas italianas que aprendí de mi familia para mis hijas y mis tres nietos”. Viaja con frecuencia a Miami y a Europa para buscar nuevas gemas, piezas y apliques para combinarlos con la tagua. Su próximo destino es China, a donde irá a explorar nuevas oportunidades. “Jamás descansa”, dicen sus hijas y empleados. Así es.
Pieza por pieza

Pasatiempos: Antonella Zanchi disfruta de la lectura, en especial de las obras de Brian Weiss, autor de EE.UU. experto en reencarnación.
Bisutería: AZ designs of nature tiene bisutería de los más variados precios. Desde porta celulares, a USD 2,50, hasta collares de USD 200

martes, 24 de marzo de 2009

La tagua una “joya” montubia


CONOCIDO por su importancia para la biodiversidad al ser considerado parte del pulmón de la humanidad, el bosque húmedo puede ser también una fuente de ingresos para algunos de los miles de ecuatorianos que han emigrado en busca de mejores condiciones de vida.Eso es, al menos, lo que espera el chileno Rolando García, que busca en España a ecuatorianos que quieran participar en la venta de “joyas del bosque húmedo”, nacidas de la semilla de una palma silvestre cuyo nombre científico es Phytelephas Aequatorialis. De ella se saca la tagua, conocida como el marfil vegetal, con el que García, gerente de la empresa Bototagua, en Manta, ha comenzado a fabricar collares de alta calidad para exportarlos a diversos países, en especial a naciones europeas.La palma produce anualmente hasta quince mocochas, que son mazorcas que tienen una cáscara dura con salientes, que protege unas treinta pepas o nueces, de las cuales se hacen los collares.María Raquel Medranda, diseñadora de los collares, dijo a Efe que en España se han publicado ya avisos en la prensa para tratar de contactar ecuatorianos para que participen en la comercialización de las joyas, y adelantó que un empresario español, cuyo nombre no reveló, visitará pronto el país para estudiar el posible negocio.La primera relación de García con la tagua data de hace muchos años y se concentró principalmente en la fabricación de botones que vende en diversos países de Europa, América y Asia.No obstante, en su empeño por promover la creación de microempresas dedicadas a la bisutería, García intentó vincular en un inicio a los emigrantes en la comercialización de partes de collares para que los confeccionaran en los países a donde viajaron.A esa iniciativa, que no tuvo éxito, le sigue el intento, aún en ciernes, para que los emigrantes se involucren en la comercialización de la joya completamente armada en los talleres de la ciudad de Manta, en la provincia costera de Manabí (oeste).En la fábrica donde el tratamiento de la semilla de la tagua se hace de manera semi-artesanal, García emplea a 40 personas que, junto con máquinas y productos químicos, logran la mutación de la dura semilla negra de tagua en piezas de distintos colores, formas y tamaños que dan paso a la “joya del bosque húmedo”.Tras pasar por secadores, pulidores, cortadores, abrillantadores y por la sección de tintura, la rústica semilla, dura, negra por fuera y blanco y beige por dentro, se convierte en partes de collares, aretes y otros artículos, que podrían convertirse en una fuente de ingreso para los ecuatorianos que salieron de su país por la crisis.La emigración en Ecuador recrudeció a raíz de la crisis financiera que se desató entre 1998 y 1999, considerada como la peor de la historia del país.Según estimaciones oficiales, casi tres millones de ecuatorianos residen fuera del país, la mayoría de ellos en Estados Unidos, España e Italia.Ante la alerta por la eventual desaparición de las palmas de las que extraen la tagua, Patricio García, presidente de la empresa, dijo a Efe que no apoyan la tala de las palmeras y que utilizan las semillas que campesinos recogen del suelo y las someten a un proceso de secado antes de entregárselas.“Promovemos el equilibrio entre la actividad comercial y el cuidado del ecosistema mediante la preservación del bosque húmedo evitando alteraciones en el mismo”, puntualizó al señalar que uno de los símbolos de la empresa es una palma atravesada por una raya en señal de prohibición de talar.Con diseños propios y la mezcla de cáscara de coco, metal y filamentos elásticos de nailon, meticulosas mujeres pasan varias horas confeccionando collares, pulseras, llaveros e incluso adornos para los teléfonos móviles.Un mundo cromático envuelve a las joyas del bosque húmedo, que distribuyen a través de la empresa “Foresta” y que Medranda se niega a encasillar en un estilo pues busca “ir más allá de las modas”, y con el que García tiende lazos a los emigrantes para consolidar un negocio que puede ser “una gran joya” para los involucrados, dijo.

La tagua tiende lazos laborales a emigrantes


MANTA, Manabí EFE

Chileno que elabora en Manta joyas del marfil vegetal busca que ecuatorianos las vendan en España.

El bosque húmedo puede ser una fuente de ingresos para algunos de los miles de ecuatorianos que han emigrado en busca de mejores condiciones de vida. Eso es, al menos, lo que espera el chileno Rolando García, que busca en España a ecuatorianos que quieran participar en la venta de “joyas del bosque húmedo”, nacidas de la semilla de una palma silvestre.

De ella se saca la tagua, conocida como marfil vegetal, con el que García, gerente de la empresa Bototagua, comenzó a fabricar collares de alta calidad para exportarlos a diversos países, en especial europeos. La palma produce anualmente hasta quince mocochas, que son mazorcas de cáscara dura con salientes, que protege unas 30 pepas o nueces, de las cuales se hacen los collares.


María Raquel Medranda, diseñadora de los collares, dijo que en España ya se han publicado avisos en la prensa para tratar de contactar ecuatorianos para que participen en la comercialización de las joyas, y adelantó que un empresario español, cuyo nombre no reveló, visitará pronto el país para estudiar el posible negocio.

La primera relación de García con la tagua data de hace muchos años y se concentró principalmente en la fabricación de botones que vende en países de Europa, América y Asia. No obstante, en su empeño por promover la creación de microempresas dedicadas a la bisutería, en un inicio intentó vincular a los emigrantes en la comercialización de partes de collares para que los confeccionaran en los países a donde viajaron. A esa iniciativa, que no tuvo éxito, le sigue el intento para que los emigrantes se involucren en la comercialización de la joya armada en los talleres de Manta, en Manabí.

En la fábrica donde el tratamiento de la semilla de la tagua se hace de manera semiartesanal, García emplea a 40 personas que, junto con máquinas y productos químicos, logran la mutación de la dura semilla negra de tagua en piezas de distintos colores, formas y tamaños que dan paso a la “joya del bosque húmedo”.

Tras pasar por secadores, pulidores, cortadores, abrillantadores y por la sección de tintura, la rústica semilla, dura y negra por fuera y blanco y beige por dentro, se convierte en partes de collares, aretes y otros artículos que podrían convertirse en una fuente de ingreso para quienes emigraron.

Con diseños propios y la mezcla de cáscara de coco, metal y filamentos elásticos de nailon, meticulosas mujeres pasan horas confeccionando collares, pulseras, llaveros e incluso adornos para celulares.

Un mundo cromático envuelve a las joyas del bosque húmedo, que distribuyen a través de la empresa Foresta y que Medranda se niega a encasillar en un estilo, pues busca “ir más allá de las modas”, y con el que García tiende lazos a los emigrantes para consolidar un negocio que puede ser “una gran joya” para los involucrados, dijo.

DETALLES: Semillas

La palma
El nombre científico de la palma silvestre de la cual se obtiene la tagua es Phytelephas Aequatorialis.

Venta
El proyecto de comercialización de las joyas va dirigido a los ecuatorianos que dejaron el país.

Articulo publicado por EFE Febrero 08, 2008